En un artículo de opinión en Le Monde, el lingüista italiano Raffaele Simone expresa admiración por el sistema de justicia francés que condenó al expresidente Nicolas Sarkozy en el caso Kadhafi. Ve esta decisión como un raro símbolo en Europa de una justicia independiente aplicada a los poderosos. Simone compara el caso con otras condenas de élites francesas, destacando la igualdad ante la ley.
La condena de Nicolas Sarkozy en el juicio por el caso Kadhafi representa un evento de fuerza simbólica excepcional, con pocos precedentes en Europa, según Raffaele Simone, lingüista y ensayista italiano. En su artículo de opinión publicado en Le Monde, expresa tanto compasión por el expresidente como admiración por un sistema de justicia que llevó a término un juicio extraordinario expuesto a críticas y sospechas.
“Sin regocijarse por esta condena, solo se puede estar contento de que un país como Francia tenga la dignidad de llevar a la justicia a sus poderosos y condenarlos, ellos que suelen considerarse intocables”, escribe Simone. Esta decisión desafía la opinión generalizada de que la justicia es generalmente más generosa con las élites que con la gente común.
Simone cita ejemplos recientes en Francia: en 2011, Jacques Chirac fue condenado a dos años de prisión suspendida por “malversación”, “abuso de confianza” e “intereses ilegales”. En 2022, François Fillon recibió cuatro años de prisión, uno de ellos firme, y diez años de inhabilitación en el caso de los empleos ficticios; una sentencia confirmada en junio como cuatro años suspendidos, una multa de 375.000 euros y cinco años de inhabilitación, con un recurso ante la Corte de Casación. El 31 de marzo, Marine Le Pen fue condenada por malversación de fondos públicos europeos y declarada inhabilitada por cinco años.
Estos casos ilustran, para Simone, una justicia independiente, valiente y libre que respeta la igualdad con rigor absoluto. Ninguno resultó en una pena de prisión firme; para Sarkozy, queda por ver si será encarcelado. Desde su perspectiva italiana, donde los poderosos son raramente condenados y aún menos frecuentemente encarcelados, tales reservas son inevitables.