En La Pampa, el pueblo fantasma de Naicó emerge como un destino turístico único para quienes buscan paz y silencio rural. A 45 kilómetros de Santa Rosa, este rincón olvidado ofrece paisajes intactos, historia ferroviaria y experiencias auténticas lejos del bullicio urbano. Con casas vacías y un hotel activo, invita a un viaje en el tiempo.
Naicó, un pequeño pueblo en La Pampa, se presenta como una alternativa poco convencional para el turismo de calma. Surgido como punto ferroviario en el siglo XX, alcanzó su auge con el paso del tren, pero decayó tras el cierre del ramal, convirtiéndose en un paraje casi abandonado. Hoy, iniciativas turísticas buscan revivirlo, destacando su silencio, paisajes intactos y tradición pampeana.
Ubicado a unos 45 kilómetros de Santa Rosa, la capital provincial, el acceso combina rutas asfaltadas con tramos de tierra, lo que anticipa su ambiente rural tranquilo. El trayecto en auto desde Santa Rosa por la Ruta Provincial 14 dura aproximadamente una hora, aunque se recomienda precaución en días de lluvia y llevar provisiones, ya que no hay transporte público ni servicios permanentes como almacenes.
Entre sus atractivos, destaca la subida al Cerro de la Virgen, desde donde se avista el histórico Castillo de Parque Luro y praderas infinitas. A pocos kilómetros, el Puente Negro, ícono del ferrocarril, ofrece una postal inolvidable. Para los amantes de la naturaleza, cabalgatas de cinco kilómetros recorren antiguos campos de arcilla y senderos rurales, mientras las lagunas cercanas son ideales para avistaje de aves, con patos silvestres y especies locales.
La gastronomía local resalta sabores de campo: cabrito a las finas hierbas, cordero al disco, ciervo al champiñón, empanadas, escabeches caseros y tablas de fiambres servidas bajo galpones oxidados. Los edificios abandonados y calles de tierra preservan huellas de otra época, permitiendo una experiencia donde la calma se vive intensamente, aunque el pueblo cuenta con pocos habitantes y un hotel activo como principal alojamiento.