Tres nuevas películas de los aclamados directores Paul Thomas Anderson, Luca Guadagnino y Kathryn Bigelow abordan temas políticos complejos como el extremismo, las acusaciones de agresión sexual y las amenazas nucleares. Estas películas evitan la defensa directa y, en su lugar, abrazan la duda y la sutileza para provocar la reflexión del público. Lanzadas en medio de debates sociales en curso, destacan el papel del cine en la exploración de temas divisivos.
Resumen
Los estrenos recientes en el cine estadounidense se sumergen en paisajes políticos controvertidos, pero los directores Paul Thomas Anderson, Luca Guadagnino y Kathryn Bigelow optan por la ambigüedad en lugar de mensajes claros. Como señala el artículo, 'Todas las películas son políticas, a su manera', pero estas se destacan por sus enfoques autocríticos en lugar de sermones simplistas.
Una batalla tras otra
La épica de Paul Thomas Anderson satiriza la política marginal a través de una guerra no declarada entre radicales izquierdistas armados —que irrumpen en centros de detención y roban bancos— y extremistas de derecha que planean asesinatos. Protagonizada por Teyana Taylor, Sean Penn como el perverso coronel Lockjaw y Leonardo DiCaprio, la película se inspira en 'Vineland' de Thomas Pynchon y evoca 'Dr. Strangelove' de Stanley Kubrick con escenarios exagerados y nombres ridículos. Los conservadores la han criticado como un llamado a antifa, pero Anderson retrata a ambos lados con defectos, como un radical fumador de marihuana y un informante egocéntrico, enfatizando las percepciones mutuas del 'peor irreparable' en el otro. La historia termina con el conflicto sin resolver, subrayando la división interminable.
Después de la caza
El drama de Luca Guadagnino, ambientado en Yale, examina la raza, la academia y el movimiento #MeToo a través de una acusación de agresión sexual por parte de una mujer negra gay (Ayo Edebiri) contra un profesor blanco (Andrew Garfield). Julia Roberts interpreta a su rival académica Alma, quien navega alianzas cambiantes. Escrita por Nora Garrett, la película deja ambiguo si la agresión ocurrió —sucede fuera de pantalla— y cuestiona las motivaciones, como la venganza por plagio o la influencia de donantes. Critica la 'creencia incondicional' en las acusaciones, con Alma afirmando: 'Si es real para ti, es real'. Un epílogo forzado asiente a la cierre de Hollywood, pero la voz de Guadagnino gritando '¡Corte!' recuerda a los espectadores los límites del medio.
Una casa de dinamita
El thriller de Kathryn Bigelow, escrito por Noah Oppenheim, confronta el complejo militar-industrial y los riesgos nucleares cuando un misil no identificado apunta a EE.UU., dejando 15 minutos para responder. Idris Elba protagoniza como el presidente, con Rebecca Ferguson entre un equipo de patriotas que enfrentan una tragedia inevitable a pesar de buenas intenciones. Arraigado en preocupaciones reales de seguridad nacional, como lo llamó el experto W.J. Hennigan 'tan realista que resulta terrorífico', la película evita villanos más allá de las armas mismas, diferenciándose de clásicos de la Guerra Fría como 'Fail Safe'. Concluye sin resolución, cuestionando sistemas falibles y la destrucción mutua asegurada.
Estas películas desafían colectivamente a los espectadores a lidiar con preguntas espinosas, desde los costos de las libertades personales hasta los fallos sistémicos, sin proporcionar respuestas.