Petrobras recibió la autorización de Ibama para perforar su primer pozo exploratorio en la cuenca de la Foz do Amazonas el lunes 20 de octubre. La licencia generó debates entre las alas energética y ambiental del gobierno y dividió las opiniones de los lectores de Folha. Algunos apoyan la exploración por sus beneficios económicos, mientras que otros destacan los riesgos ambientales.
La estatal Petrobras obtuvo una licencia del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama) el 20 de octubre de 2025 para comenzar a perforar un pozo en aguas profundas de la cuenca de la Foz do Amazonas. Según un comunicado de la empresa, el objetivo es recopilar información geológica adicional y evaluar la presencia de petróleo y gas a una escala económicamente viable, sin producción en esta fase inicial.
La aprobación llega tras cinco años de impasse y es controvertida, enfrentando a los sectores energético y ambiental del gobierno entre sí. Folha consultó a sus lectores sobre las perspectivas de exploración en la zona, revelando opiniones contrastantes.
A favor de la perforación, Marcos A. R. do Carmo, de Salvador (BA), argumenta que Brasil necesita esta matriz energética para sostener su industria petroquímica y reducir importaciones, impulsando el poder político internacional. José Resende, de Uberlândia (MG), elogia la experiencia de Petrobras en aguas profundas y afirma que, como nación pobre, Brasil no puede dejar sin explotar esta fortuna submarina. Edivaldo Cardoso, de Goiânia (GO), insiste en que Ibama debería enfocarse en controles de mitigación de riesgos, no en agendas ambientalistas. John Aires, de Brasília (DF), ve la exploración como un asunto de soberanía nacional y justicia social, criticando la parálisis de Brasil mientras vecinos como Guyana y Surinam prosperan con recursos similares.
Los opositores, como Filipe de Melo, de Belo Horizonte (MG), rechazan la acción en un área crucial para el equilibrio planetario, abogando por inversiones en nuevas matrices energéticas. Isabele Vidal, de Río de Janeiro (RJ), advierte que las ganancias del PIB no compensan el daño a la biodiversidad amazónica, como la deforestación y la destrucción de arrecifes, especialmente de cara a la COP30 en Belém. Estela de Luca, de São Paulo (SP), ve la decisión como un retroceso en la lucha contra el cambio climático. Helotonio Carvalho, investigador de Recife (PE), enfatiza la urgencia de abandonar los combustibles fósiles, ya que el planeta superó los 1,5 °C de calentamiento en 2024, y priorizar las renovables.