Ocho años después del asedio, las ruinas de Marawi y las preguntas persisten

Ocho años después del asedio de Marawi de 2017, el horizonte de la ciudad aún lleva cicatrices de acero retorcido y edificios vaciados. Miles de familias permanecen en refugios temporales en medio de una reconstrucción lenta, mientras los periodistas reflexionan sobre el acceso restringido y las preguntas sin respuesta sobre el costo del conflicto.

El asedio de Marawi comenzó en mayo de 2017 cuando militantes inspirados en el Estado Islámico tomaron partes de la ciudad de mayoría musulmana en Mindanao. Las fuerzas gubernamentales la recuperaron en octubre de 2017, declarando la victoria y la liberación del terrorismo. Sin embargo, hasta octubre de 2025, las ruinas sirven como recordatorios stark de la devastación de la guerra de cinco meses.

Los esfuerzos de reconstrucción, supervisados por el Task Force Bangon Marawi y varias agencias, han avanzado de manera desigual. Miles de familias desplazadas permanecen en refugios temporales, esperando su regreso a la ciudad en Lanao del Sur.

Los periodistas que cubrieron los eventos enfrentaron desafíos significativos debido a la ley marcial impuesta por el entonces presidente Rodrigo Duterte. El acceso a la zona de conflicto fue limitado, con información filtrada a través de informes militares diarios en el capitolio provincial de Lanao del Sur. La mayoría de las fotos y videos fueron proporcionados por el ejército.

El fotoperiodista Fernando Sepe Jr., exeditor adjunto de ABS-CBN, recordó: «La prensa perdió su rol de ser los ojos y oídos del público». Notó cómo el ejército bloqueó rutas hacia Marawi, negando puntos de vantage y dejando a los reporteros dependientes de material oficial.

El reportero veterano Ed Lingao lo describió como un punto de inflexión: «Los periodistas filipinos solían tener acceso ilimitado y una vista de primera fila a áreas de conflicto. Marawi fue diferente. El ejército fue sistemático en negar el acceso». Funcionarios militares y la representante de Lanao del Sur, Zia Alonto Adiong, justificaron las restricciones por la seguridad de los periodistas.

En respuesta, periodistas incluyendo a Chiara Zambrano, Jamela Alindogan, Carolyn Arguillas y Jes Aznar formaron el colectivo «Roque Juan». Se reunieron con el Mayor General Ramiro Manuel Rey, comandante del Task Force Ranao, asegurando acceso limitado para cruzar el Puente Mapandi a finales de septiembre de 2017 y obtener una visión de la devastación.

Persisten cuestiones sin resolver. El ejército reportó entre 1.000 y 2.000 civiles atrapados, con alrededor de 1.000 rescatados, pero no existe verificación independiente de las muertes civiles. Reportes de saqueos por soldados y policías en septiembre de 2017 llevaron a investigaciones que no llegaron a ninguna parte. Después del asedio, convoyes de chatarra partieron hacia Iligan y Cagayan de Oro, y 2 mil millones de pesos en donaciones extranjeras de Australia, Estados Unidos, Japón, China y Tailandia permanecen sin rendir cuentas por parte del Task Force Bangon Marawi.

Para aquellos que lo cubrieron, el asedio destacó tensiones entre la prensa y el poder, dejando una búsqueda de la verdad en curso en archivos y preguntas sin respuesta.

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