Las olas de calor marinas obstruyen el mecanismo de secuestro de carbono del océano
Dos grandes olas de calor marinas en el Pacífico nororiental han interrumpido el proceso natural del océano de hundir carbono al fondo marino mediante pellets fecales de zooplancton. Un nuevo estudio revela cambios en las comunidades de fitoplancton y zooplancton que redujeron la exportación de carbono durante estos eventos. Esta falla podría perjudicar la capacidad del océano para absorber una cuarta parte de las emisiones de CO2 humanas.
El océano actúa como un sumidero de carbono vital, donde el fitoplancton absorbe CO2 y es consumido por el zooplancton, produciendo pellets fecales que se hunden a las profundidades, bloqueando el gas. Sin embargo, las olas de calor marinas están interfiriendo en este proceso. En el Pacífico nororiental frente a Alaska, dos olas de calor prolongadas —una de 2013 a 2015 y otra de 2019 a 2020— alteraron el ecosistema marino, lo que llevó a una acumulación de partículas de carbono cerca de la superficie en lugar de su transporte hacia abajo.
El estudio, publicado el 6 de octubre de 2025 en Nature Communications, analizó una década de datos de flotadores Argo Biogeoquímicos en el Pacífico subártico nororiental. Estos dispositivos autónomos miden la química del océano desde la superficie hasta las profundidades, proporcionando información sin muestreo constante basado en barcos. La autora principal, Mariana Bif, biogeoquímica marina de la Universidad de Miami, explicó cómo las olas de calor crean una capa superficial cálida y de baja densidad: “Luego, en la primavera y el verano subsiguientes, esa agua es aún más cálida, porque no se enfrió el invierno anterior.” El primer evento coincidió con un El Niño, exacerbando el calentamiento, mientras que el segundo presentó una salinidad reducida que estabilizó aún más la capa superficial cálida.
La falta de vientos invernales impidió la mezcla de aguas profundas más frías, cortando los nutrientes para el fitoplancton. Esto favoreció especies de fitoplancton más pequeñas que requieren menos nutrientes, lo que a su vez apoyó zooplancton más pequeño. La coautora Colleen Kellogg señaló: “Esos tipos van a producir pellets fecales más pequeños, que flotarían más en el agua que hundirse.” Como resultado, las partículas de carbono se acumularon a 200 metros durante la primera ola de calor y entre 200 y 400 metros en la segunda, donde el zooplancton las fragmentó en trozos que no se hunden. La descomposición bacteriana de esta materia orgánica liberó más CO2 de vuelta al agua.
Los océanos han absorbido el 90% del calor humano excesivo generado, con temperaturas extremas que ahora afectan más del 50% de la superficie —un aumento desde el 2% en el siglo XIX. Anya Štajner, candidata a doctorado en el Instituto Scripps de Oceanografía, enfatizó las implicaciones más amplias: “El océano está cambiando. Y no solo va a afectar al océano — va a afectar la vida en el océano. Y eventualmente eso nos va a afectar a nosotros.” Aunque existen variaciones regionales, tales interrupciones amenazan el secuestro global de carbono, especialmente a medida que las olas de calor se intensifican sin recortes rápidos de emisiones.