Sudáfrica sale de la lista gris de la FATF tras reformas

El Grupo de Acción Financiera (FATF) ha eliminado a Sudáfrica de su lista gris, marcando un logro significativo en los esfuerzos contra el lavado de dinero. Esta decisión sigue a una coordinación extensa entre organismos gubernamentales y el sector privado. Sin embargo, algunos en el sector financiero cuestionan las cargas continuas del monitoreo de transacciones.

La eliminación de Sudáfrica de la lista gris del Grupo de Acción Financiera (FATF) el 27 de octubre de 2025 representa un hito clave en la lucha del país contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo. La decisión de la FATF llegó después de un trabajo sustancial que involucró ministerios gubernamentales, agencias, instituciones, reguladores y el sector privado. Notablemente, el proceso no enfrentó divisiones políticas mayores, con todas las formaciones políticas apoyando el esfuerzo para salir de la lista, facilitado por la participación limitada de élites en temas relacionados.

Este logro se ve como evidencia de las capacidades de reforma gubernamental. Sigue al fin de los cortes de energía como la primera prueba y mejoras dramáticas en el Servicio de Impuestos de Sudáfrica (SARS) como la segunda. El autor resalta estos como señales de que la presión sobre los funcionarios puede impulsar progresos continuos, aunque aún no se traduzcan en mejoras de vida generalizadas para millones, particularmente en áreas que aún enfrentan desafíos energéticos.

Experiencias personales subrayan ganancias administrativas más amplias; obtener una licencia de conducir, antes ardua durante la pandemia, ahora implica una simple reserva en línea y confirmación rápida, con el proceso tomando alrededor de media hora.

No todas las reacciones son celebratorias. El profesor Brian Benfield ha criticado el régimen de monitoreo de transacciones como excesivamente gravoso, requiriendo que las entidades retengan datos sobre transacciones por encima de R100.000. Cita a la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, estimando que entre el 2,5% y el 5% del PIB global se lava anualmente, argumentando que el sistema ha fallado. Contraargumentos sugieren que sin tal monitoreo, las tasas de lavado serían mayores, a pesar de los costos adicionales a las transacciones y la economía. Los criminales recurriendo al efectivo podrían aumentar conflictos internos entre ellos.

Mirando hacia adelante, las criptomonedas, particularmente las stablecoins vinculadas al dólar pero sin auditorías independientes, representan riesgos al permitir movimientos de dinero anónimos y rápidos, potencialmente socavando los esfuerzos de monitoreo. El equilibrio entre supervisión, costos y control permanece tenso, con esperanzas de mejoras gubernamentales sostenidas.

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