Dominion Voting Systems vendido a exfuncionario electoral republicano

A principios de este mes, Dominion Voting Systems, el segundo mayor proveedor de sistemas de votación en EE.UU., fue vendido a Scott Leiendecker, un exfuncionario electoral republicano. El acuerdo, que renombró la compañía como Liberty Vote, ha generado preocupaciones sobre el control partidista sobre el equipo que cuenta más de un cuarto de los votos en EE.UU. Aunque la venta destaca problemas de larga data en la industria electoral, los expertos dicen que subraya problemas más profundos con la transparencia y la regulación.

El anuncio de la venta se produjo a principios de octubre de 2025, generando especulaciones en redes sociales y blogs sobre las implicaciones de que un partidista autodeclarado posea infraestructura clave de votación. Scott Leiendecker, el comprador, es un exfuncionario electoral republicano, aunque los términos del acuerdo siguen sin revelarse, incluyendo el precio y cualquier financiamiento de otras partes.

Antes de la venta, Dominion estaba financiado principalmente por Staple Street Capital, una firma de capital privado con inversores no revelados. Esta opacidad es común en la industria: el mayor proveedor, Election Systems & Software (ES&S), que maneja más del 46 por ciento de los votos en EE.UU., está respaldado por el McCarthy Group, fundado por Michael McCarthy, quien sirvió como tesorero en la campaña de los años 90 del senador republicano Chuck Hagel. Hagel invirtió más tarde y asesoró al grupo. De manera similar, en 2004, el presidente de Diebold, Walden O’Dell, escribió una carta de recaudación de fondos prometiendo entregar los votos electorales de Ohio para George W. Bush.

El Congreso ha luchado por abordar estos problemas. Durante una audiencia del Comité de Administración de la Cámara en 2020, los proveedores se negaron a divulgar ganancias anuales —derivadas enteramente de dólares de los contribuyentes— o identificar inversores con más del 5 por ciento de participación. No hubo seguimiento.

Las preocupaciones por la influencia extranjera persisten: En 2018, el anfitrión de la base de datos de votantes de Maryland, ByteGrid LLC, era propiedad de una firma vinculada a un oligarca ruso cercano a Vladimir Putin. En 2024, New Hampshire descubrió que su proveedor de registro de votantes había subcontratado trabajo a contratistas conectados a servidores rusos.

Las estrechas relaciones entre proveedores y funcionarios también han atraído escrutinio. Una investigación de McClatchy en 2019 encontró que ES&S proporcionó viajes gratuitos, entretenimiento y comidas a funcionarios a través de un 'consejo asesor'. Ese año, ES&S pagó casi 3 millones de dólares en multas por violar las reglas de cabildeo y donaciones de Pensilvania, sin embargo, Filadelfia aprobó un contrato de 29 millones de dólares a pesar de la oposición.

La situación ha empeorado desde las falsas afirmaciones de Donald Trump sobre las elecciones de 2020, disuadiendo las críticas a los proveedores. Para solucionarlo, los estados podrían exigir transparencia en los contratos, prohibir regalos y regular a los proveedores, mientras que la Comisión de Asistencia Electoral de EE.UU. podría requerir divulgaciones de propiedad para la certificación. Como señala el artículo, 'Estas son nuestras elecciones. Deberíamos saber quién las dirige.'

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