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Ingenieros de Stanford desarrollan piel electrónica autorreparable

4 de octubre de 2025
Reportado por IA

Ingenieros de la Universidad de Stanford han creado un material autorreparable que imita la piel humana para su uso en electrónica. La innovación permite que el material repare cortes y desgarros en solo 10 segundos sin intervención externa. Este desarrollo, detallado en un estudio publicado el 2 de octubre de 2025, podría transformar la robótica y los dispositivos wearables.

El nuevo material, descrito en la revista Nature Materials, combina elastómero de silicona con nanohilos conductores incrustados para formar una piel electrónica capaz de detectar tacto y presión. Cuando se daña, la piel se cura de manera autónoma reformando enlaces químicos en el sitio de la lesión, restaurando tanto las funciones mecánicas como eléctricas.

La investigadora principal, Zhenan Bao, profesora de ingeniería química en Stanford, explicó la inspiración: "Este material imita la capacidad de la piel humana para curar lesiones menores de manera rápida y efectiva." El equipo probó la piel cortándola con una cuchilla y aplicando un calor leve, observando una recuperación completa en 10 segundos a temperatura ambiente o más rápido con un ligero calor.

El desarrollo comenzó en 2023, basándose en trabajos previos en electrónica extensible. El proyecto recibió fondos de la National Science Foundation e involucró colaboración con científicos de materiales en Stanford. Los prototipos iniciales demuestran una extensibilidad de hasta el 100% sin perder conductividad, una característica clave para aplicaciones flexibles.

En contexto, esto avanza un campo en el que la electrónica tradicional falla bajo el desgaste. Los materiales autorreparables anteriores a menudo requerían solventes o altas temperaturas, limitando su practicidad. El equipo de Bao abordó esto utilizando enlaces covalentes dinámicos que se rompen y reforman fácilmente.

Las implicaciones incluyen prótesis más duraderas que se autoreparan y robots con pieles realistas y resistentes para una interacción humana más segura. Aunque aún en etapas de laboratorio, los investigadores apuntan a la comercialización en cinco años. No se han realizado pruebas a gran escala todavía, pero el estudio resalta el potencial en los sectores biomédico y de tecnología de consumo.

El anuncio coincide con el creciente interés en la ingeniería bioinspirada, siguiendo innovaciones similares como baterías autorreparables de otros laboratorios. La ubicación de Stanford en Silicon Valley lo posiciona bien para asociaciones con la industria.

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