Investigadores del Trinity College Dublin han descubierto una curva universal de rendimiento térmico que rige cómo responde cada organismo vivo a los cambios de temperatura. Este patrón, aplicable desde bacterias hasta peces, muestra picos de rendimiento en una temperatura óptima antes de declinar bruscamente, destacando los límites de la adaptación en un mundo que se calienta. Los hallazgos, publicados en PNAS, sugieren que la evolución no puede escapar de esta regla fundamental.
En un estudio publicado en los Proceedings of the National Academy of Sciences en 2025, científicos del Trinity College Dublin analizaron más de 2.500 curvas de rendimiento térmico en miles de especies, revelando un patrón consistente que denominan la curva universal de rendimiento térmico (UTPC). Esta curva describe cómo el rendimiento biológico —ya sea lagartos corriendo, tiburones nadando o bacterias dividiéndose— aumenta gradualmente con el aumento de la temperatura hasta un punto óptimo, y luego cae bruscamente, lo que potencialmente lleva a un colapso fisiológico o muerte a temperaturas más altas.
La UTPC se aplica uniformemente a todos los grandes grupos de vida, incluyendo bacterias, plantas, reptiles, peces e insectos, a pesar de miles de millones de años de divergencia evolutiva. Como explicó Andrew Jackson, profesor de Zoología en la Escuela de Ciencias Naturales de Trinity y coautor: «En miles de especies y casi todos los grupos de vida, incluyendo bacterias, plantas, reptiles, peces e insectos, la forma de la curva que describe cómo cambia el rendimiento con la temperatura es muy similar. Sin embargo, las diferentes especies tienen temperaturas óptimas muy distintas, que van de 5°C a 100°C, y su rendimiento puede variar mucho dependiendo de la medida de rendimiento observada y de la especie en cuestión.»
Jackson añadió: «Lo que hemos demostrado aquí es que todas las curvas diferentes son en realidad la misma curva exacta, solo estirada y desplazada sobre diferentes temperaturas. Y además, hemos demostrado que la temperatura óptima y la temperatura máxima crítica en la que ocurre la muerte están inextricablemente ligadas. Independientemente de la especie, simplemente debe tener un rango de temperatura más pequeño en el que la vida es viable una vez que las temperaturas se desplazan por encima del óptimo.»
El autor principal, el Dr. Nicholas Payne, enfatizó las implicaciones: «Estos resultados han surgido de un análisis en profundidad de más de 2.500 curvas de rendimiento térmico diferentes, que comprenden una tremenda variedad de medidas de rendimiento diferentes para una variedad igualmente tremenda de especies diferentes —desde bacterias hasta plantas, y desde lagartos hasta insectos. Esto significa que el patrón se mantiene para especies en todos los grandes grupos que han divergido masivamente a medida que el árbol de la vida ha crecido a lo largo de miles de millones de años de evolución. A pesar de esta rica diversidad de vida, nuestro estudio muestra que básicamente todas las formas de vida permanecen notablemente restringidas por esta 'regla' sobre cómo la temperatura influye en su capacidad para funcionar. Lo mejor que ha logrado la evolución es mover esta curva —la vida no ha encontrado una manera de desviarse de esta forma muy específica de rendimiento térmico.»
Los investigadores planean usar la UTPC como un punto de referencia para identificar cualquier especie que pueda desviarse sutilmente de este patrón, particularmente en medio del calentamiento climático en curso.