El trabajo de Jane Goodall transformó las percepciones sobre la inteligencia animal
Las observaciones pioneras de Jane Goodall sobre chimpancés en Tanzania a partir de 1960 desafiaron creencias arraigadas sobre la unicidad humana. Sus descubrimientos revelaron que los animales poseen emociones, habilidades para fabricar herramientas y estructuras sociales complejas. A los 90 años, Goodall continúa abogando por la conservación y el tratamiento ético de la vida silvestre.
En julio de 1960, a la edad de 26 años, Jane Goodall llegó a la Reserva de Chimpancés de Gombe Stream en Tanzania, marcando el inicio de una carrera de investigación que redefiniría los estudios sobre el comportamiento animal. Financiada inicialmente por su mentor Louis Leakey, Goodall se sumergió en el bosque, observando a los chimpancés sin los protocolos rígidos de la etología tradicional. A diferencia de los científicos que numeraban a los animales, ella les dio nombres como Fifi y David Greybeard, enfatizando su individualidad.
El primer gran avance de Goodall ocurrió en 1960 cuando presenció a chimpancés usando tallos de hierba para extraer termitas de montículos, una forma de fabricación de herramientas que se pensaba era exclusiva de los humanos. Esta observación, confirmada mediante una observación paciente, se publicó y dejó atónita a la comunidad científica. Como señaló en sus escritos, 'Fue la primera vez que alguien vio a un animal salvaje en su hábitat natural fabricando una herramienta.' Estudios posteriores revelaron que los chimpancés cazan de manera cooperativa, participan en guerras entre grupos y muestran emociones profundas como alegría, duelo y afecto.
Estos hallazgos desmantelaron la visión antropocéntrica que separaba a los humanos de otros animales. Antes de Goodall, los primatólogos influenciados por el conductismo veían a los animales como máquinas impulsadas por instintos sin personalidades. Su enfoque holístico, detallado en libros como 'In the Shadow of Man' (1963), mostró a los chimpancés formando lazos familiares de por vida y resolviendo conflictos, similar a los humanos. Este cambio influyó en campos más allá de la biología, inspirando movimientos por los derechos de los animales y reconsideraciones éticas en zoológicos y laboratorios.
Durante seis décadas, el trabajo de Goodall ha llevado al establecimiento del Instituto Jane Goodall en 1977, que promueve la conservación centrada en la comunidad en África y más allá. A pesar de desafíos como el secuestro de estudiantes en Gombe por rebeldes en 1975, que la obligó a cambiar temporalmente a conferencias, ella persistió. Hoy, a los 90 años, Goodall viaja 300 días al año, hablando sobre el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. 'Tenemos una ventana de tiempo para actuar', instó en una entrevista reciente, destacando la amenaza continua de la destrucción del hábitat para los chimpancés, ahora en peligro crítico con menos de 200.000 restantes en la naturaleza.
Su legado subraya la interconexión de toda la vida, instando a una visión del mundo más empática. Como reflexiona Goodall, 'Lo menos que puedo hacer es hablar por aquellos que no pueden hablar por sí mismos.' Este impacto duradero continúa moldeando cómo la sociedad ve y protege el mundo natural.