Los vastos páramos de turberas de la bahía de Hudson en el norte de Canadá, un almacén crítico de carbono, enfrentan amenazas de actividades mineras en la región del Anillo de Fuego. Estos ecosistemas, vitales para la regulación climática, contienen cinco veces más carbono por acre que la selva amazónica. Conservacionistas y grupos indígenas advierten que el desarrollo podría liberar carbono almacenado y perturbar la biodiversidad.
Los páramos de turberas de la bahía de Hudson abarcan un área de 90 millones de acres desde el norte de Manitoba hasta Quebec, sirviendo como refugio para la biodiversidad con las manadas de caribú más grandes del mundo, madrigueras de osos polares de más de 200 años y más de 1.000 especies de plantas y 175 especies de aves. Bajo la superficie, los musgos saturados de agua forman turba, un material ácido y anaeróbico que atrapa el dióxido de carbono, ralentizando el cambio climático. Las naciones indígenas lo llaman “las tierras que respiran”, con Valérie Courtois, directora ejecutiva de la Iniciativa de Liderazgo Indígena, describiéndolo como “el regulador de temperatura del mundo” y “una gran nevera en la cima del planeta”.
Los páramos de turberas cubren solo el 3 por ciento de la superficie de la Tierra, pero almacenan casi un tercio del carbono global, aunque solo el 17 por ciento están protegidos, según un estudio de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre. En el Anillo de Fuego del norte de Ontario, un depósito rico en minerales que contiene níquel y cromo para baterías de vehículos eléctricos yace bajo estos páramos. El primer ministro de Ontario, Doug Ford, ha impulsado la minería para reducir la dependencia de Estados Unidos, declarando este verano: “Así es como nos hacemos menos dependientes de Estados Unidos”.
La exploración minera ya perturba el ecosistema mediante perforaciones de prueba y maquinaria pesada, alterando la hidrología y arriesgando la liberación de carbono, dice Janet Sumner de la Liga de Tierras Silvestres. Cuando la turba se seca, la descomposición se reanuda, emitiendo carbono como los combustibles fósiles, advierte Julie Loisel de la Universidad de Nevada, Reno. Lawrence Martin del Consejo Mushkewowuk los llama “los pulmones de la tierra”, enfatizando: “Si comienzas a interferir con eso, tienes que ser realmente, realmente cuidadoso”.
Los esfuerzos de conservación liderados por indígenas, incluyendo propuestas del Consejo Mushkewowuk y la Primera Nación Kitchenuhmaykoosib Inninuwug, buscan proteger estas áreas. Courtois señala que un enfoque indígena se centra en “lo que necesitas mantener en esos ecosistemas en lugar de mirar lo que puedes tomar”. Martin añade que la minería podría coexistir con la conservación si se hace “con gran conciencia”, aunque el apoyo del gobierno de Ontario sigue siendo incierto. El musgo esfagno, que absorbe hasta 20 veces su peso en agua, sustenta este almacenamiento de carbono, construido durante miles de años.