Estudio de Harvard vincula bacterias intestinales con niveles más bajos de ansiedad
Investigadores de la Universidad de Harvard han identificado composiciones específicas del microbioma intestinal asociadas con una ansiedad reducida en humanos. El estudio de dos años, publicado hoy, fortalece la evidencia de la conexión intestino-cerebro. Este descubrimiento abre puertas a intervenciones en salud mental basadas en el microbioma.
En una investigación histórica publicada el 1 de octubre de 2025 en la revista Science, un equipo liderado por la Dra. Emily Carter en la Universidad de Harvard examinó el rol de las bacterias intestinales en la salud mental. El estudio siguió a 500 participantes durante dos años, analizando sus microbiomas intestinales a través de muestras de heces y correlacionando los hallazgos con niveles de ansiedad autoinformados mediante evaluaciones psicológicas estandarizadas.
Los investigadores descubrieron que los individuos con mayores abundancias de ciertas cepas bacterianas, como Lactobacillus y Bifidobacterium, mostraron puntuaciones de ansiedad significativamente más bajas. "Nuestros hallazgos sugieren que modular el microbioma intestinal podría ser un enfoque terapéutico novedoso para los trastornos de salud mental", declaró la Dra. Carter en la sección de discusión del artículo. Esto se basa en estudios previos en animales que insinuaban el eje intestino-cerebro —un camino de comunicación bidireccional entre el sistema digestivo y el sistema nervioso central— pero marca la primera confirmación a gran escala en humanos.
Los participantes eran diversos en edad, género y etnia, reclutados en el área de Boston a partir de 2023. El estudio controló factores como la dieta, el ejercicio y el uso de medicamentos para aislar los efectos del microbioma. Notablemente, aquellos con microbiomas equilibrados mostraron hasta un 30% menos métricas de ansiedad en comparación con otros.
El contexto de fondo revela un creciente interés en la influencia del microbioma en el comportamiento. Investigaciones anteriores, como experimentos en roedores de 2019, demostraron cómo las bacterias intestinales afectan la producción de neurotransmisores como la serotonina, gran parte de la cual se origina en el intestino. Sin embargo, los datos humanos han sido limitados hasta ahora.
Las implicaciones son prometedoras pero preliminares. El equipo llama a ensayos clínicos que prueben probióticos o trasplantes fecales para el tratamiento de la ansiedad. Aunque no es una cura universal, esto podría complementar terapias existentes como la terapia cognitivo-conductual o antidepresivos. Los expertos advierten que la causalidad no está completamente probada —la correlación no implica causa directa— pero el tamaño de la muestra robusto presta credibilidad.
Este trabajo subraya el potencial inexplorado del microbioma en la psiquiatría, potencialmente cambiando los paradigmas de tratamiento hacia estrategias holísticas informadas por la biología.