El plan de la Organización Marítima Internacional para un impuesto global al carbono sobre las emisiones del transporte marítimo sufrió un importante revés la semana pasada. Bajo la presión de la administración Trump, la reunión se levantó sin adopción, posponiendo el marco al menos un año. Esta medida resalta los desafíos en la cooperación climática internacional.
La Organización Marítima Internacional (OMI), la agencia de las Naciones Unidas que supervisa el transporte marítimo global, había redactado un marco de emisiones netas cero para impulsar el sector hacia combustibles más limpios. El transporte marítimo maneja alrededor del 90 por ciento del comercio global y representa el 3 por ciento de las emisiones mundiales, lo que lo convierte en un paso clave en la transición energética. El marco requería que los transportistas pagaran una tarifa por tonelada de emisiones de gases de efecto invernadero si superaban un umbral determinado, con las tarifas agrupadas para apoyar combustibles alternativos y la descarbonización en países en desarrollo.
La industria del transporte marítimo, que generó 340 mil millones de dólares en ganancias de 2019 a 2023 según Opportunity Green, apoyó en gran medida el plan por su certeza regulatoria. Un grupo de organizaciones comerciales declaró: “Solo reglas globales descarbonizarán una industria global”. La mayoría de los países miembros de la ONU también lo respaldaron.
En abril de 2025, la administración Trump se retiró de las negociaciones de la OMI. A medida que se acercaba una votación en octubre, EE.UU. presionó a otras naciones y advirtió sobre aranceles, restricciones de visados, tarifas portuarias y sanciones a funcionarios de países que votaran a favor del marco. El presidente Trump lo llamó un “impuesto global al nuevo engaño verde en el transporte marítimo” en Truth Social.
La semana pasada, Arabia Saudita solicitó la suspensión de la reunión por un año, lo que se aprobó por 57-49 con 21 abstenciones según las reglas de la OMI. Los observadores señalaron la obstrucción de EE.UU. como decisiva. Em Fenton de Opportunity Green dijo: “Es justo decir que las medidas de represalia y las amenazas punitivas... jugaron su papel”, calificando el resultado como “un golpe devastador para el multilateralismo climático”.
El marco surgió de los acuerdos de la OMI de 2023 para emisiones netas cero para 2050. Las negociaciones equilibraron un límite de intensidad de carbono con medidas económicas: un sistema de dos niveles de compromiso permitía a los grandes emisores cierto comercio de carbono, mientras que los menores pagaban un gravamen por tonelada, con recompensas para combustibles de cero emisiones.
Con las conversaciones retrasadas, ciudades y puertos avanzan en iniciativas como corredores de transporte marítimo verde y estándares más estrictos. Alisa Kreynes de C40 dijo: “Las ciudades continuarán impulsando el avance de la descarbonización equitativa de puertos y transporte marítimo”. Sin embargo, estas no abordarán las principales emisiones de los barcos que consumen mucho combustible. Fenton advirtió que la táctica de retraso podría aparecer en la COP30, señalando la fragilidad en la cooperación global.