La ruptura del antiguo supercontinente Nuna hace unos 1.500 millones de años remodeló la superficie de la Tierra, reduciendo las emisiones de carbono volcánico y expandiendo mares someros que fomentaron entornos ricos en oxígeno. Científicos de la University of Sydney y la University of Adelaide vinculan este evento tectónico con el surgimiento de la vida eucariota temprana. Su estudio desafía la noción de un período estancado de 'Boring Billion' en la historia de la Tierra.
Entre hace 1.800 y 800 millones de años, la Tierra experimentó el 'Boring Billion', un tiempo tradicionalmente considerado geológica y biológicamente sin eventos. Sin embargo, una nueva investigación publicada en Earth and Planetary Science Letters revela que la tectónica de placas dinámica impulsó cambios profundos. El autor principal, el profesor Dietmar Müller de la University of Sydney, declaró: "Nuestro enfoque muestra cómo la tectónica de placas ha ayudado a moldear la habitabilidad de la Tierra. Proporciona una nueva forma de pensar sobre cómo la tectónica, el clima y la vida coevolucionaron a lo largo del tiempo profundo".
El estudio se centra en la desintegración del supercontinente Nuna, que comenzó hace unos 1.460 millones de años. Este evento más que duplicó la longitud de las plataformas continentales someras hasta aproximadamente 130.000 kilómetros, creando zonas de aguas someras expandidas. Estas áreas apoyaron mares templados ricos en oxígeno ideales para organismos complejos tempranos. Al mismo tiempo, las emisiones volcánicas de CO2 disminuyeron a medida que más carbono se almacenó en la corteza oceánica a través de interacciones con rocas calientes en las dorsales de expansión, lo que llevó a depósitos de caliza que bloquearon el carbono.
El profesor Müller explicó: "Los procesos profundos de la Tierra, específicamente la ruptura del antiguo supercontinente Nuna, desencadenaron una cadena de eventos que redujeron las emisiones de dióxido de carbono (CO2) volcánico y expandieron los hábitats marinos someros donde evolucionaron los primeros eucariotas".
La coautora, la profesora asociada Adriana Dutkiewicz, agregó: "Este doble efecto —reducción de la liberación de carbono volcánico y almacenamiento geológico de carbono mejorado— enfrió el clima de la Tierra y alteró la química oceánica, creando condiciones adecuadas para la evolución de una vida más compleja".
La primera evidencia fósil de eucariotas data de hace unos 1.050 millones de años, coincidiendo con la dispersión de continentes y la expansión de mares someros. El profesor asociado Juraj Farkaš de la University of Adelaide señaló: "Creemos que estas vastas plataformas continentales y mares someros fueron incubadoras ecológicas cruciales. Proporcionaron entornos marinos estables tectónica y geoquímicamente con niveles presumiblemente elevados de nutrientes y oxígeno, que a su vez fueron críticos para que formas de vida más complejas evolucionaran y se diversificaran en nuestro planeta".
Al integrar modelos de tectónica de placas con simulaciones del ciclo del carbono, la investigación conecta los movimientos profundos de la Tierra con la habitabilidad superficial, mostrando cómo incluso los períodos tranquilos prepararon a la Tierra para la diversificación de la vida. Los hallazgos aparecen en la revista como: R. Dietmar Müller et al., Earth and Planetary Science Letters, 2025; 672: 119683, DOI: 10.1016/j.epsl.2025.119683.