La taquería Indomable, abierta hace un mes en el barrio madrileño de Prosperidad por Nathalia Ordóñez y Silvia Díaz, ha ganado fama rápidamente gracias a la boca a boca de los porteros locales. Su propuesta fusiona influencias caribeñas, mexicanas, asiáticas y colombianas en una carta innovadora. El local minimalista y distendido atrae a clientes diarios con tacos y platos solidarios.
Nathalia Ordóñez, una colombiana de 33 años, dejó atrás sus estudios de ingeniería industrial para perseguir su pasión por la gastronomía. 'Quería hacer juguetes', recuerda con una sonrisa, vestida con vaqueros y sudadera oversize. Tras matricularse en el Culinary Institute of America en Nueva York, trabajó en el Four Seasons de Washington hasta que las políticas de Trump la llevaron a rechazar ofertas en Canadá y Costa Rica. Llegó a Madrid en 2018 y, tras cuatro años en Take a Chef, decidió emprender con su socia Silvia Díaz.
Indomable abrió hace un mes en el barrio de Prosperidad, con un enfoque en fusiones culinarias. 'La propuesta tiene influencias de la cocina caribeña, mexicana, asiática y colombiana', explica Ordóñez frente a la barra. Al frente de la cocina está Cristian Pavón, quien ayuda a rodar al equipo de la Fundación Raíces. La carta incluye tacos como el de pollo al mole de ciruela con dukkah y carnitas con escabeche y aguacate, además de guiños locales como torreznos Paquita Salas o la gilda tradicional.
Algunos platos tienen un impacto social: por cada aguachile servido, donan un euro a la Fundación Iquitos para proyectos en la Amazonía. El guacamole de piña se acompaña de totopos de Las luchas MX. 'Cuando llegué a Madrid no encontraba sitios de tacos que me gustaran. O eran cutres o muy finos; no había un término medio', confiesa Ordóñez. Optó por un local minimalista y moderno, con una carta corta que cambiará frecuentemente y un ambiente distendido.
Su éxito ha sido impulsado por los porteros de las fincas cercanas, que han hecho 'la mejor publicidad'. El lugar llena casi todos los días, demostrando que en Madrid, como en Nueva York o Londres, las mezclas conceptuales pueden triunfar.