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Científicos descubren circuito cerebral que anula el dolor crónico

11 de octubre de 2025
Reportado por IA

Investigadores de la Universidad de Pensilvania han identificado un grupo de neuronas del tronco encefálico que pueden suprimir las señales de dolor crónico cuando surgen necesidades de supervivencia como el hambre o el miedo. Estas neuronas receptoras Y1 en el núcleo parabraquial lateral actúan como un cuadro de distribución neural, priorizando demandas biológicas urgentes sobre el malestar persistente. El descubrimiento, publicado en Nature, ofrece posibles nuevas vías para tratamientos del dolor.

El dolor crónico afecta a unas 50 millones de personas en Estados Unidos, persistiendo mucho después de que las lesiones sanen como una entrada cerebral sensibilizada. J. Nicholas Betley, neurocientífico de la Universidad de Pensilvania, explica: "No se trata solo de una lesión que no sana... es una entrada cerebral que se ha sensibilizado e hiperactivado, y determinar cómo calmar esa entrada podría llevar a mejores tratamientos."

El equipo de Betley, colaborando con investigadores de la Universidad de Pittsburgh y el Instituto de Investigación Scripps, se centró en las neuronas que expresan el receptor Y1 (Y1R) en el núcleo parabraquial lateral (lPBN). Usando imágenes de calcio en modelos animales, observaron que estas neuronas exhiben una actividad 'tónica' constante durante el dolor prolongado, a diferencia de las respuestas breves al dolor agudo.

La investigación surgió de una observación de 2015 de que el hambre reduce el dolor crónico. Betley señaló: "Por mi propia experiencia, sentí que cuando tienes mucha hambre harás casi cualquier cosa para conseguir comida... el hambre parecía ser más poderoso que el Advil para reducir el dolor." La exestudiante de posgrado Nitsan Goldstein extendió esto, encontrando que la sed y el miedo también suprimen el dolor. Identificaron la neuropeptida Y (NPY) como clave: cuando se activan amenazas de supervivencia, la NPY se une a los receptores Y1, atenuando las señales de dolor.

Goldstein lo describió como: "Es como si el cerebro tuviera este interruptor de anulación incorporado... Las neuronas activadas por estas otras amenazas liberan NPY, y la NPY silencia la señal de dolor para que otras necesidades de supervivencia tomen precedencia."

Las neuronas Y1R están dispersas en varios tipos de células en el lPBN, permitiendo potencialmente un control amplio sobre las entradas de dolor. Esta distribución en mosaico, Betley la comparó con "pintura amarilla distribuida en autos rojos, azules y verdes."

Los hallazgos sugieren que dirigirse a estas neuronas podría servir como biomarcador para el dolor crónico, cambiando el enfoque de los sitios de lesión a circuitos cerebrales. Betley añadió: "Lo que estamos mostrando es que el problema puede no estar en los nervios en el sitio de la lesión, sino en el circuito cerebral mismo. Si podemos dirigimos a estas neuronas, eso abre un camino completamente nuevo para el tratamiento."

Intervenciones conductuales como el ejercicio y la meditación también podrían modular este circuito flexible, más allá de enfoques farmacéuticos. El estudio aparece en Nature (2025; DOI: 10.1038/s41586-025-09602-x).

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