Adversidad infantil vinculada a proteína cerebral elevada SGK1

Una nueva investigación revela que las dificultades graves en la infancia pueden aumentar los niveles de la proteína SGK1 en el cerebro, lo que podría explicar problemas de salud mental de por vida como la depresión. Los científicos encontraron una mayor actividad de SGK1 en el hipocampo de personas con historiales de trauma, e inhibir la proteína en ratones redujo los efectos del estrés. Este descubrimiento podría llevar a tratamientos dirigidos, aunque las aplicaciones en humanos siguen siendo distantes.

Experimentar dificultades graves al principio de la vida, como abuso, negligencia, falta de hogar o muerte de un progenitor, afecta a aproximadamente 1 de cada 5 adolescentes en EE.UU., que reportan al menos cuatro eventos de este tipo. Estos traumas pueden alterar el desarrollo cerebral y elevar los riesgos de condiciones de salud mental en adultos, incluyendo la depresión. "Aún no entendemos realmente los mecanismos por los cuales la adversidad o el estrés experimentados al principio de la vida pueden tener efectos tan duraderos", dice Christoph Anacker de la Universidad de Columbia en Nueva York. Las personas con trauma infantil también tienden a responder menos a los antidepresivos existentes.

Estudios previos vinculan la depresión con niveles elevados de SGK1, o quinasa regulada por suero y glucocorticoides 1, en la sangre, una proteína que influye en la comunicación entre células cerebrales. El equipo de Anacker examinó cerebros post mortem de 50 hombres, 36 de los cuales murieron por suicidio; todos habían reportado abuso físico o sexual antes de los 16 años. En el hipocampo —una región clave para el estrés y la memoria— el material genético para SGK1 fue un 33% más alto en promedio en las víctimas de suicidio en comparación con otros, con aumentos aún mayores entre aquellos con adversidad infantil.

El estudio también analizó a más de 8.500 niños de 9 a 10 años, encontrando que aquellos con depresión mostraban una mayor actividad del gen SGK1, ligada a dificultades tempranas. En experimentos con ratones, 10 machos adultos recibieron inyecciones diarias de un fármaco inhibidor de SGK1 durante 10 días, seguidas de exposiciones de 5 minutos a un ratón agresivo para inducir estrés. En comparación con los controles inyectados con agua salada, los ratones tratados mostraron signos reducidos de ansiedad y depresión, pasando más del doble de tiempo en el centro de una jaula abierta.

"Cuando reducimos los niveles de SGK1 en esta región cerebral, el hipocampo, los ratones son más resistentes a los efectos del estrés", explica Anacker. SGK1 puede perjudicar la formación de neuronas en el hipocampo, empeorando la salud mental. Aunque el fármaco experimental no está aprobado para humanos, otros inhibidores de SGK1 están en ensayos para enfermedades cardíacas y podrían reutilizarse si son seguros. Sin embargo, "este tipo de investigación básica en roedores está a muchos, muchos pasos de la evidencia que se necesitaría para decir que tenemos un objetivo farmacológico actionable en humanos", advierte Katie McLaughlin de la Universidad de Harvard. Los hallazgos aparecen en Molecular Psychiatry (DOI: 10.1038/s41380-025-03269-6).

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