Dos estudios genéticos a gran escala con millones de participantes han identificado variantes asociadas con la fibromialgia, respaldando el papel de la disfunción del sistema nervioso central en esta condición de dolor crónico. La investigación destaca genes involucrados en la función neuronal y problemas relacionados con el cerebro. Aunque prometedores, los expertos señalan que los hallazgos son preliminares y apuntan a causas multifacéticas.
La fibromialgia afecta al 2 al 3 por ciento de las personas, causando dolor crónico en todo el cuerpo, pero sus causas siguen sin aclararse, lo que complica el tratamiento. Una hipótesis principal plantea cambios en la forma en que el sistema nervioso central procesa las señales de dolor, posiblemente desencadenados por infecciones o alteraciones en el microbioma intestinal.
Para explorar los factores genéticos, los investigadores realizaron estudios de asociación genómica amplia centrados en variaciones de una sola letra en el ADN. El primer estudio, liderado por Michael Wainberg en el Mount Sinai Hospital en Toronto, Canadá, analizó a 54.629 individuos con fibromialgia —en su mayoría de ascendencia europea— y a 2.509.126 sin la condición, utilizando cohortes de EE.UU., Reino Unido y Finlandia. Identificó 26 variantes genéticas vinculadas a un mayor riesgo de fibromialgia.
El segundo estudio, liderado por Joel Gelernter en la Yale School of Medicine, examinó a 85.139 personas con fibromialgia y a 1.642.433 controles de EE.UU. y Reino Unido, incluyendo ascendencias europea, latinoamericana y africana. Este esfuerzo encontró 10 variantes en el grupo europeo, una en el grupo africano y 12 variantes transancestrales.
Wainberg y Gelernter declinaron entrevistas, ya que sus estudios son preprints no revisados por pares aún (DOIs de medRxiv: 10.1101/2025.09.18.25335914 y 10.1101/2025.09.18.25335991). La asociación más fuerte en el estudio de Wainberg involucró una variante en el gen huntingtin, que también está ligado a la enfermedad de Huntington pero a través de un mecanismo diferente.
"Ambos estudios, en términos de tamaño de muestra, son realmente excelentes", dice Cindy Boer en el Erasmus Medical Center en Rotterdam, Países Bajos. Las variantes apuntan a roles neuronales en el cerebro, alineándose con vínculos previos al dolor, trastorno de estrés postraumático y depresión. Boer nota que la fibromialgia probablemente involucra miles de variantes más factores ambientales como la contaminación del aire, requiriendo estudios más grandes para una comprensión completa.
Estos hallazgos refuerzan la implicación del tejido cerebral, según Boer, y podrían guiar tratamientos futuros dirigidos a vías específicas, aunque tales avances están a años de distancia. Las opciones actuales como ejercicio, terapias y antidepresivos producen resultados mixtos.
Persisten mecanismos alternativos: David Andersson en el King’s College London ha demostrado que anticuerpos de fibromialgia causan hipersensibilidad al dolor en ratones, sugiriendo autoimmunidad y roles de nervios periféricos. "Estoy muy confiado en las conclusiones de nuestro propio trabajo sobre fibromialgia, y seguro de que nuestro trabajo publicado será el punto de inflexión que marque cuando el campo cambió el enfoque del sistema nervioso central a autoanticuerpos y mecanismos neuronales periféricos", dice Andersson. El análisis de Boer indica que los nuevos estudios podrían haber pasado por alto algunas variantes debido a umbrales estadísticos estrictos, pero no niegan la evidencia autoinmune, ya que algunos genes implicados se relacionan con respuestas inmunes.
En general, estos estudios representan los primeros pasos hacia desentrañar las raíces de la fibromialgia y terapias potenciales.